Decir “tengo” en vez de “quiero” es un cambio cualitativo muy importante de estado, pero también se da en nuestra mente. En este artículo, hacemos referencia a cómo funciona esta cuestión, la relevancia que tiene en nuestras vidas y cómo conjugar ambos conceptos.
1. El quiero representa el deseo humanos
Cuando alguien dice que quiere algo, está expresando el deseo de tenerlo. Ahora bien, ese deseo puede ser más o menos intenso, y tener una intención más o menos real. Este punto es fundamental, porque decir algo y soltarlo al aire un día tampoco tiene tanto recorrido.
El “quiero”, cuando se refiere a nuestro desarrollo personal, es un primer paso, sí, pero hay que concretarlo. Y las palabras deben incluir una intención para que salga adelante el deseo. De lo contrario, tenemos un problema práctico para funcionar en el día a día, y no es plan de acumular fracasos… Al final, el deseo, en muchos casos, es efímero, rápido, y luego se puede perder o dejar a un lado. Todo esto debe tenerse en cuenta cuando realmente estamos interesados en algo.
Por lo tanto, el primer elemento, una vez que asumes que quieres algo y que no es un deseo pasajero, es asumir que lo tienes. Pero, como no es suficiente, toca pasar a la segunda fase. Te explico cómo lograrlo para llegar a un objetivo.
2. El “tengo” representa acción personal
El “tengo” supone asumir en la mente que algo ya existe. No se ha quedado ahí, sino que, en la imaginación, ya está el logro de aquello que deseamos. Esta parte es especialmente importante porque, sin esa ilusión, no es posible lograr lo que uno se proponga. Muchas veces, no se tiene en cuenta hasta qué punto la imaginación ayuda a la acción.
Hablamos, pues, de la capacidad de la acción, de lograr aquello que nos proponemos. Y, ahí, contamos con la ventaja del bienestar que nos genera imaginarnos que ya hemos logrado aquello. Esa sensación de bienestar nos anima y nos ayuda a dirigirnos a un destino adecuado. Si lo adquirimos como un hábito de vida, acompañado de la necesaria acción, será muy útil para nuestra existencia. Tendremos esa gasolina que necesitamos para actuar cuando las cosas vienen mal dadas o no nos encontramos tan bien.
Obviamente, la imaginación tiene que realizarse bajo determinadas condiciones. En una situación de tranquilidad y con atención plena en el objetivo. El mindfulness, en algunos casos, puede ser útil, pero hay otras fórmulas que también valdrían. La idea es que la mente ya experimente los puntos positivos de lograr lo que nos proponemos y con estas técnicas se puede conseguir.
¡Dale un cambio a tus expectativas y conviértelas!
Pasar del “quiero” al “tengo” es fundamental como actitud vital. Y no debe extrañar, puesto que es una forma de lograr aquello que nos propongamos. ¿Te cuesta direccionar correctamente tu imagen y expectativas? No te preocupes, yo te puedo ayudar a direccionar correctamente ese propósito para que se haga realidad. ¡Llámame y hablamos!